Se debate en distintos foros, el papel del profesorado en la escuela del siglo XXI. Los expertos hablan de la importancia de la formación inicial, que debe incluir un periodo de prácticas amplio ( dos años), remuneradas, a desarrollar en una selección de centros innovadores y de calidad, con un profesorado mentor adecuado y donde después de una evaluación positiva, tengamos a unos profesionales capacitados para iniciar la noble tarea de compartir una etapa decisiva del alumnado y con la comunidad educativa en general.

Hay que cuidar que el exceso de tareas burocráticas no desaliente al profesorado, tratando de que sea la mínima imprescindible para que la actividad docente se haga de forma sistemática y técnica.

No debe ser igual hacerlo bien que no y desde luego no debe ser el indicador de eficacia docente, el volumen de papeles a cumplimentar.

Una enseñanza de calidad da satisfacción al profesorado que la aplica, al alumnado que se siente protagonista, a las familias que confía a los centros educativos tan grande tarea: contribuir a la formación de los jóvenes, que mejorar nuestro futuro.

No es cuestión de supervivir en el sistema, es una necesidad retomar el papel protagonista de la Comunidad Educativa, dando atención necesaria a la diversidad, a la excelencia, a que cada uno, cada una  consiga y avance hacia un éxito educativo para todos/as.

Ser maestro, ser maestra, es de las profesiones más entregadas a los demás, dura en muchas ocasiones, para nada nos puede pagar la inmensa alegría de ver la cara de un alumno/a que reconoce que estas colaborando a que su vida camine a ser mejor. La educación sigue guardando un tesoro y las modificaciones que el partido socialista propone a la Ley de educación, contribuirá a ello.